martes, 31 de agosto de 2010

Fabulario interminable, cuento ochentayochoymedio: Clac~shnn-PUM(bis)

Vaya, otro niño más pregunta a su abuelita por cómo se crearon
las pequeñas y humildes colinas, y los recónditos bosquecillos, y las arañitas...
en fin, todas aquellas cosas
que nunca merecieron la atención de los grandes dioses; esos
que siempre hacían cosas impresionantes e inolvidables.

En aquel momento, una Idea
se cuela en la cabecita de la abuelita
con taaanto sigilo
que la abuelita cree que la ha tenido ella sola.

En fin, hay cosas censurables, que la abuelita tacha en su mente.
Y ni la misma Idea sabe realmente si algo en ella es cierto.

Pero es una buena Idea, y se llama Toc Toc.

Y, por si ésto fuera poco,
tiene un cuento que contar...

El mundo es muy aburrido para Toc Toc, porque no inspira la imaginación. Sólo unos pocos puntos llaman su atención; los que han recibido el cuidado de los dioses, pero aun así son demasiado importantes y grandes y descomunales y muchas otras cosas que a Toc Toc le dan un poco de miedo.

Toc Toc quiere que el mundo entero esté tan lleno de cosas pequeñas, elaboradas con mimo, como de cosas grandes, creadas con poder, sabiduría, astucia y todo eso. Pero hay mucho mundo entero para Toc Toc, que difícilmente puede imaginarse abarcarlo con las patitas muy estiradas.

Por eso se le ocurre hacer una Fábrica de Mundo. Las piezas las fabrica a su manera, sin que halla una gran coherencia en el conjunto. El resultado: un caótico amasijo cambiante de engranajes sueltos, ruedas detenidas, alas usadas como patas y patas que intentan agarrar las nubes, depósitos sin entrada ni salida posible y miles de cosas más.

Hay que ser muy optimista para creer que algo así puede funcionar, y es que Toc Toc se siente muy optimista. En su cabeza suena un allegro maravilloso, pues acaba de descubrir la vida y no entiende cómo los demás dioses pueden cansarse de explorar sus posibilidades y ponerse a pelear, o relajarse, o esperar, o impacientarse. El tiempo infinito contenido en Arezos sería insuficiente para disfrutar de todo lo que a Toc Toc se le ocurre.

En fin, a lo que íbamos. En su usual ingenuidad, Toc Toc cree que el artefacto funciona. Está realmente ilusionado. Bueno, y el artefacto no es quién para romper las ilusiones del pequeño dios absurdo. Así que los motores (aunque Toc Toc no recuerda haberle puesto motores) empiezan a ronronear y... ¿Qué sonido es ese?

Clac~shnn-PUM, Clac~shnn-PUM

-¡Pero si es graciosísimo! ¿intentas decirme algo?

Clac~shnn-PUM

-¿Es tu nombre? Supongo que sí.

Clac~shnn-PUM, Clac~shnn-PUM, Clac~shnn-PUM

-Pero tantas veces... no creo que nadie quiera llamarte por tu nombre.

Clac~shnn-PUM

-¡Ya sé! te puedes llamar Clac~shnn-PUM(bis)

Clac~shnn-PUM, Clac~shnn-PUM, Clac~shnn-PUM, Clac~shnn-PUM

Y así fue como Clac~shnn-PUM(bis) empezó a recorrer el mundo, aplastando concienzudamente llanuras hasta convertirlas en valles o tirando de ellas para que formen colinas, regando y meando montañas para originar ríos, copulando con animalejos para inventar otros nuevos, eligiendo cuidadosamente las semillas que plantar en cada momento...

Y dejando, de vez en cuando, enterrada a pocos metros de profundidad, o colgada de un árbol, o en el estómago de un lobo, una pequeña firmita personal: un cojín sorpresa. Los cojines sorpresa son mucho más fácilmente encontrables por quienes los estén buscando. En su interior puede haber cualquier cosa; desde juguetes hasta espadas legendarias, normalmente dependiendo del humor de Toc Toc y de las expectaciones de quien lo encuentra, aunque en realidad el objeto fue escondido en el cojín mucho antes de que a alguien se le ocurriera ir a buscarlo. Simplemente, coincide.

Una vez la Fábrica de Mundo se quedó atascada mientras esculpía una estalagmita en el interior de una cueva. No podía moverse, ni dejar de hacer lo que estaba haciendo, por lo que la estalagmita empezó a crecer desproporcionadamente. Rompió el techo de la caverna, y siguió creciendo, hasta sepultarlo por completo. A un lentísimo ritmo, pero imparable, iba creciendo aquella nueva gran montaña, llena de pequeñas y grandes subestalagmitas, que sería llamada más adelante Durbiol. No había manera de parar el ascenso, por lo que Clac~shnn-PUM(bis) empezaba a temer su final...

-¿Y si Clac~shnn-PUM(bis) vuela?
Pregunta el niño a su abuelita, preocupado.
A su abuela no le gusta que la interrumpan, pero esta vez toma nota.
-A eso iba. Entonces fue cuando...

Entonces fue cuando Clac~shnn-PUM(bis) decidió usar todas esas hélices, alas y globos inflables que guardaba sin saber para qué. Dio el salto, y se preparó para lo peor...

Pero Toc Toc seguía optimista, así que la fabulosa fábrica de mundo tuvo suerte y aterrizó sana y salva. ¡Buf, menos mal!

Durante largos siglos siguió disfrutando de cada detalle que preparaba, deseando que alguien lo amara alguna vez tanto como ella, que alguien tratara de descubrir cada rincón y disfrutase los pequeños tesoros que tenía.

El niño mira a su abuelita pensativo.
-No es verdad, ¿No?

Y, finalmente, en algún lugar del norte, Clac~shnn-PUM(bis) olvidó que funcionaba, y se averió para siempre. Fue cubierto por la misma naturaleza que había creado a su alrededor, escondiendo todavía miles de secretos, algunos de ellos extremadamente peligrosos, pero otros tan tentadores que ningún aventurero con la suficiente imaginación dudaría en adentrarse en aquel terreno de piezas inverosímiles en caso de encontrarlo.

-Bueno, ya ha habido suficiente cuento por hoy.
A dormir...

Pero la Idea ha logrado transpasar la barrera entre ambos
y el sueño del niño no logrará acabar con ella...

Se dice todavía que, cuando duerme, y sueña, Clac~shnn-PUM(bis) es capaz de volver a creer que vive, y se rearma para iniciar su marcha noctámbula, sembrando de rincones interesantes, misteriosos o divertidos los alrededores de su tumba.

Fabulario interminable, cuento cerocomasiete: Cerdo peludo de muchas patitas, y volador.

Pero bueno. Cómo es posible. La Idea llega a un mundo lleno de dioses respetables, y ni saluda. ¡Qué vergüenza! ¿Verdad, Idea? Sí, ya se ruboriza toda su indefinible etereidad y se contrae drásticamente, siendo consciente de su desnudez, ¡de que no sabe cómo es!. Ésto en Arezos nunca le había pasado. Y si no sabe cómo es, ¿Cómo lo vamos a saber nosotros? Al fin y al cabo, no deja de ser una idea.

Espera... parece que ya empieza...

-Me llamo Toc Toc.

Se llama Toc Toc. Y es un samurái. No, un dzubit (espera... ¿Qué es un dzubit?). No, una sandía. Un cerdo. Un ratón. Á. Una ciudad. Un dios. Una...

¡No, para quieto! eso es. Eres un dios. Pero... ¿Qué clase de dios?

Un dios-samurái. Un dios-dzubit (pero qué es...). Dios-sandía. Dios-cerdo. Dios-ra...

Bien, vamos a dejarlo ahí, que nos eternizamos. Un dios-cerdo... peludo... con... ¡pero qué tienes ahí! ¿Por qué tantos... tantas... patitas? ¿Y las de arriba para qué sirven? Bien, bien, para, ¡para!, creo que ya es suficiente. Lo dejamos en volador, y no más.

Sólo tengo un par de preguntas que hacerte: ¿Por qué tienes un cojín en el morro? ¿? ¿Y por qué me estoy hablando a mi mismo en mis pensamientos como si fuera otra persona?

-Jijijiji...