sábado, 4 de diciembre de 2010

Fabulario interminable, cuento chunguientaycuatro: Ideas e ideas, y una patita que se sale del guión.

La vida de una idea es algo difícil de predecir. En muchos casos muere trágicamente por descartamiento automático, sin que su contenedor se arrepienta en absoluto. En algunos es tan innegablemente genial que se contagia con la comunicación e infecta el mundo entero. O a veces, rechazada por su dueño pero lo suficientemente evolucionada para cuidar de sí misma, se aferra a, por ejemplo, un melocotón crédulo, esperando pacientemente a que alguien se la coma y, consiguientemente, descubra que el mundo está regido por un grupo concreto de gnomos del pan jugadores de dumu, que no tienen ni idea de que en lugar de habas azules se están apostando el destino del cosmos. Por ejemplo.

Su nacimiento es espontáneo, pero tienen que darse ciertas circunstancias que sirvan como catalizador. El abuelo del ejemplo anterior fue una inconfesable obsesión con los gnomos de las cosas comestibles, su compañero de juegos un súbito interés por las fuerzas cósmicas ocultas, su primer profe la intuición de que jugar al dumu es algo importante, su...

-Espeeeera... ¿Me estás diciendo que soy padre? -Interrumpe una patita de la segunda fila llamada Luck, que es la única que sigue despierta. Bueno, y Sid, pero él nunca habla. La patita científica suspira, deseando acabar ya su exposición.

Bueno, incubas las ideas por ti mismo, crece dentro de ti y todo eso... más bien eres mamá... Pero no quiero más interrupciones, que Toc Toc me está utilizando como narrador de un cuento y ahora mismo estamos rompiendo la atmósfera.

-No me puedo creer que sea madre. ¡Si soy muy masculino! Por cierto, ¿en serio que eres narrador?

Sí; ¿No ves que tú necesitas guiones para hablar y yo no? ¡Shhhh! a eso no contestes, que no se debe contestar. Es una pregunta retórica. Todos los narradores lo sabemos.

Hay varias clases de ideas, según sus estrategias de supervivencia. Hay ideas en las que se confía, ideas con las que se fantasea e ideas que se utilizan.

Toc Toc, a decir verdad, es de las segundas: un mero divertimento que cuaja en las mentes no por su verosimilitud o utilidad sino por resultar extraordinariamente entretenido.

De este modo, siendo Á, los dioses y la creación en general incapaces de quitárselo de la cabeza, Toc Toc ha logrado la más inaudita inmortalidad del panteón. Se pasea por las tierras fascinado por todo lo que no puede comprender, y es una relación correspondida...

-Tengo una idea -Dice Luck- si Toc Toc te ha dado el poder de narrar, puedes hacer... -Shhhhh- ...puedes hacer lo que tú quieras... -Blablablá, no te escucho, cállate, cállate...- ...lo que tu quieras con el cuento, ¿No? -...Cállate... espera, ¿Cómo?

-Pero si quieres que me calle... -no, no, ahora no, tranquilo- Vale, pues... ¿Puedes hacer lo que quieras con el cuento, o no? -Luck se cae por un pozo... vale, parece que sí- glublushhh... ¡No hacía falta demostrarlo de esa manera!... bueno, continúo. Tal vez sea por casualidad, pero todos los cuentos escritos por Toc Toc van y suceden de verdad, ya sea en el pasado o en el futuro o cuando sea.

Aligera, venga...

-Ya voy, ya voy. Lo que quiero decir es que tienes el poder de un dios en tu pezuña -Luck sale del pozo- ¿Ves? Sabía que te gustaría -Pero se calla de una vez, hasta que yo lo diga. Que ya casi no me queda cuento, leñe, y tengo mucho que hacer.

En fin, como iba diciendo, Toc Toc iba rodando por ahí cuando se dio cuenta de lo poco que se interesaba por sus pobres patitas, a las que ponía a hacer todo el trabajo mientras él salía a pasear. Y claro, eso había que arreglarlo.

La idea que tuvo entonces Toc Toc no pertenece exactamente a ninguno de los tipos anteriormente nombrados. No era ni útil, ni creíble, ni divertida. Era una idea que, de poder hacerlo, cualquiera descartaría. Y, sin embargo, una idea tan fascinante...

El proceso mental fue más o menos el siguiente: "me gusta bailar entre manzanas resecas", "¡ay que ver!", "la felicidad es un conejo llamado "P" que no para de dar vueltas sobre sí mismo", "Las enfermedades son propensas a contagiarse", "las ideas son enfermedades". Aquella idea no encajaba. Era totalmente diferente a las demás, porque tenía algo de inquietante que el dios no comprendía.

-¿Qué estas haciendo? -pregunta atemorizada Sid; otra patita con posiblidades de perder el habla "inexplicablemente". Pero no sé qué contestar. ¿Qué demonios estoy haciendo?

No lo sé. Una cosa ha llevado a la otra... no he podido...

-¡Pues arréglalo! -Sid es muy temperamental...- Eso es mentira. Apenas me conoces. Lo que pasa es que estoy nervioso. ¡Arréglalo!

¡No sé cómo! ¿Alguna sugerencia? Porque yo también estoy asustado. Y en serio que Sid es muy temperamental, aunque se lo niegue a sí mismo.

-¡Ni siquiera me llamo Sid!

Cunde un silencio incómodo.

-No tenías por qué escribir eso. Lo único que has hecho ha sido que la situación sea todavía más incómoda.

Cunde otro silencio incómodo.

-Supongo que no hay nada que hacer, entonces. Sigue narrando la historia, porque retrasándola no vamos a conseguir nada.

Volvamos entonces a Toc Toc. El pobre tiene una idea en la cabeza, y no se la puede quitar de encima. Podría hacer mucho daño con ella...

Cierra fuertemente los ojos, se tapa las orejotas, contiene la respiración, se encoge las alas, se aplasta las patitas...

-¡Ay!

...pero no consigue dejar de pensar. ¡Es su naturaleza!

Se le ocurre que, aunque esté así mucho tiempo, no puede evitar que otros tengan esa idea por sí mismos. Se le ocurre que, tal vez, muy lejos de ahí...

El primer síntoma detectable es que se les ocurre algo que, de pensar mucho en ello, les resultaría inquietante. Luego vienen las fiebres de fuego rosa, luego los trastornos cromáticos compulsivos, luego los vómitos de hilos de lana... y los que están malitos se quedan en sus camas o sucedáneos. Hay enfermos de todas las razas, y es imposible prevenir la propagación de la enfermedad, aunque normalmente es gente imaginativa y con tiempo libre quien acaba sufriéndola.

Bueno, eso, tenía que hablar de la enfermedad. Se suceden algunos otros síntomas absurdos, como una extremidad trasera masoquista o granos inflados del mejor vino de Albur, hasta que el sujeto acaba dando vueltas a la idea que lo originó todo y llegando a la conclusión inevitable, tras una serie de razonamientos: "voy a convertirme en un dzubit".

-¿Qué es un dzubit?

Si se lo preguntaras a Toc Toc, te diría que no está muy seguro todavía, y poco más podrían decirte los enfermos. Ni siquiera la patita científica tiene mucha idea, pero sabe... sabe que no puede ser nada bueno.

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