domingo, 6 de marzo de 2011

Mundos entre las sábanas

Juego participante del Rolero de Hierro 2011. Fue mi primer juego de rol y, aunque no ganó ni de lejos, ganó un par de fans en el proceso y eso es muy reconfortante.

Para quien no conozca el contexto, el Rolero de Hierro es un concurso de creación de juegos de rol de una semana de duración en el que los participantes tienen que acogerse a unas condiciones restrictivas orientadas a desafiar sus conceptos sobre los juegos de rol e inspirar las creaciones más indies. En él, cada proyecto tiene una discusión en el foro organizador (Salgan al Sol), y los concursantes colaboran productivamente intercambiando ideas y opinando sobre los demás proyectos.

El mío era un juego de rol que ya tenía ganas de hacer para una partida en la que se representaban los sueños, pero su evolución era algo que no podía haber previsto cuando puse las premisas.

El resultado es que no hay fichas de personaje, ni tablas, ni mecánicas de combate o yo que sé qué... ahora tiene una única regla: Los jugadores/personajes tienen todo el poder, y no lo saben.

Así funcionan los sueños, claro, pero no es nada fácil reproducir esto en la práctica: de ahí que se ejemplifique, se aporte alguna mecánica y se den muchos consejos y muchas ideas para que las cosas vayan bastante rodadas. Bastante, porque siempre será un juego complejo.

Aquí está la versión participante, y ya editaré en caso de que avance más con el juego para añadir una versión más definitiva. Aquí las reseñas publicadas in situ. Agradecería muchísimo que, si alguien lo jugara, me informara de sus experiencias.


Como apéndice, enlazar un rar en box.com con todos los juegos participantes este año, incluido el ganador, Infierno, por Ryback.

sábado, 5 de marzo de 2011

La segunda verdad.

La Segunda Verdad... ¿Cuántos se habrán perdido en ella? Ella busca continuamente que el juego se extienda, y somos quienes formamos parte de ella quienes lo hacemos al tratar de escapar. A lo largo del tiempo se ha vuelto visible ante nuestros ojos, según empezábamos a rejirnos por ella, porque empezábamos a formar parte de ella. Y ya sé cómo lo hace: ¿No te has dado cuenta de que nos afecta en función de nuestra imaginación y de nuestros miedos? ¿De que siempre va como a un paso por delante nuestro? La Segunda Verdad está dentro de nosotros, utilizando nuestras mentes contra nosotros. ¿Te das cuenta de lo que eso significa? La Segunda Verdad podría ser una simple idea, y nosotros las imaginaciones de las dos personas que creemos ser.

Hace un tiempo apunté en una hoja unas cuantas directrices para convertir sin previo acuerdo una relación epistolar con algún conocido en un producto de ficción al más puro estilo "De Profundis". Sin hablar todavía de los psicodramas como éstos, lo que reservo para otra entrada, expondré mi maligna conspiración con la esperanza de que no seas tú el que acabará sufriéndola...

Primera parte: ¿Cómo será el desafortunado?

-No sabrá nada de juegos de rol. Esto es importante, porque tengo la aspiración de publicar las cartas si todo sale bien, en forma de una novela ficticia... o no tanto.
-Tendrá la suficiente capacidad literaria y filosófica para ser receptivo a la historia, contribuir a ella y tener la oportunidad de desentrañarla.
-Tendrá alguna ocupación siniestra, como psiquiatra, poeta, o... basurero. La de psiquiatra da mucho juego, porque al final cabría preguntarse sobre las cartas si no será en realidad mi psiquiatra, quien me sigue el juego como paciente suyo -yo inconsciente de serlo- para averiguar lo que me sucede pero corriendo el riesgo de enloquecer también... como en Shutter Island, pero condenado por la lejanía a no tener un segundo testimonio al que atenerse.

Segunda parte: ¿Cómo empezará todo?

Las cartas pueden haber empezado antes que la historia: así podría "probarle" tanto en su interés como en su potencial para contribuir al proyecto. El caso es que en cierto momento le propongo "un juego que llevo un tiempo queriendo probar, porque promete ser una experiencia interesante". Las bases son muy claras: crear una historia de misterio en la que nosotros mismos somos los protagonistas que se comunican entre ellos comentando sus experiencias -parte ficticias, pero posiblemente bastante reales-. A partir del momento en el que el otro acepte (si acepta) no habrá nada a lo que puedan atenerse dentro de sus cartas...

Tercera parte: ¿Cómo se desarrollará la experiencia?

Primero aclarar que nada es definitivo, pues es obvio que la otra parte de la escritura puede tener mucho que aportar. Sin embargo, he estado pensando y no se me ha ocurrido ninguna iniciativa probable que no pudiera enriquecer todavía más . De todas formas, esa es la razón de que el texto en adelante sea ambiguo, salvo lo que está en cursiva, que son ejemplos explicativos más que otra cosa.

A partir del acuerdo de jugar, con la realidad conocida como punto de partida, cada carta será un paso más hacia un mal inconcebible llamado la Segunda Verdad. Sutilmente, al principio de forma inconexa y vaga, la realidad de las cartas se alejará de mi realidad, creándose gradualmente la distinción entre jugador y personaje, entre escritor y narrador.

Todo gira alrededor de un juego de tableros y dados con retorcidos y poco lógicos sistemas para decidir las acciones, un juego que voy creando a lo largo del tiempo y del cual el otro escritor puede hacer uno análogo. Los dados que se tiran sobre esa segunda verdad para decidir las acciones, aparentemente aleatorios y sin implicaciones evidentes, van llevando inequívoca pero sutilmente a la segunda verdad, que construye un mundo de maldad de proporciones inimaginables de cuya cercanía siempre habíamos sido felizmente ignorantes.

Hoy, como los dados indicaban, he vuelto a casa a la pata coja. Sentía el regustillo de estar dando un significado al juego, y las miradas lo hacían más divertido. Debieron creer que era una apuesta, y la verdad es que es bastante parecido. Lo inquietante es que una vez me caí -nada grave- y al levantarme vi un callejón en el que nunca antes había reparado, al fondo del cual había una especie de templo oriental. Pregunté a la mujer que acudió a ayudarme, y me miró como si le estuviera tomando el pelo. Resulta que es el primer edificio construido en Madrid, un patrimonio universal con un interesante misterio, y yo sin saberlo.

Entonces sucederán incoherencias. En la realidad yo, el jugador-escritor, llamaré a aquel con quien me carteo para acordar alguna cosa con respecto al juego que no parece tener sentido. En el mundo de las cartas, sin embargo, yo, el personaje-narrador, creeré que él me ha llamado a mí, lo que no concordará con su versión, lógicamente opuesta. En la realidad de las cartas, ¿De dónde habrá salido aquella ilógica propuesta? Y es que el mundo a nuestro alrededor (como personajes-narradores) parece volverse loco, y sólo nos quedan nuestras cartas como un aparente reducto de cordura...

Llegados a este punto, no se puede estar seguro de si todo sigue siendo un juego o si realmente se ha hecho realidad... y entonces sucede. Le escribo que he oído lo que ha hecho, y que esto ha llegado demasiado lejos. Le escribo que no le escribiré más. Le escribo que no me escriba ya nunca.

Cuando leí que decidías asesinarla en nuestro juego me pareció un giro muy interesante, pero hoy he escuchado por la radio el brutal asesinato de una prostituta ciega en tu ciudad. Al principio no me lo creía, pero no podía ser una coincidencia...

Puede que él sí que me escriba, pero si no lo hace la historia continuará igualmente: yo (el yo personaje-narrador) me daré cuenta de que dejar las cartas no ha hecho que la segunda verdad desaparezca, al contrario: ahora no tendré una segunda opinión a la que aferrarme. De nuevo le enviaré cartas, pero pidiéndole que prometa que el juego se ha acabado.

Atención: en este momento el yo jugadorescritor está tan separado del personajenarrador que, mientras que el segundo ha dejado de jugar al juego, el primero sigue haciendo, y desarrolla los tableros y reglas que rigen al segundo. De este modo, podríamos encontrarnos con una de mis cartas diciendo:

...a veces me parece que me convierto en otro cuando escribo estas cartas. En otro más siniestro, más oscuro. Es decir; no lo veo directamente: tengo que mirar lo que he escrito para detectar ese morbo... extraño. Siento como si en el fondo viera todo lo que escribo, tanto las incoherencias como las intranquilidades como los miedos, como algo armonioso, necesario.

Como lo ve el jugador-escritor, vamos.

El acto final será un forzoso regreso al juego destinado a acabar con todo.

Hoy he abierto el baúl del juego. Sabes que había tirado la llave, tuve que romper la cerradura a hachazos. Pero no estaba como lo dejé... ha crecido, ha crecido mucho, y reconozco mi letra. Así funciona la segunda verdad: toma la forma, los miedos, los conocimientos de cada uno y los utiliza contra él. Ahora estoy haciendo mis últimas tiradas... es la única forma de que todo acabe. Busco. Y encuentro. Formo parte del juego, así que no puedo desobedecer. Voy a morir, no les creas cuando digan que fue un suicidio. Adiós.

viernes, 28 de enero de 2011

Cuando empiezan a llegar fieles cargando materiales y yo le expongo mis inquietudes sobre la edificación del templo, el Viejo Tío Caraverde frunce el ceño con preocupación.

-Habrá que buscar, entonces, otra forma de construirlo.

Dicho esto, palpa las paredes de aire sobre el trazo ya difuminado de la tiza hasta que parece encontrar algo parecido a una puerta, y la atraviesa. Allí, tumbado boca arriba, yace largas horas. Ya ha anochecido y se han encendido los braseros cuando decido traerle una manta. Al abrir y cerrar la puerta imaginaria siento que estoy haciendo algo importante, sin saber el qué.

-No la necesito -me advierte sin abrir los ojos- aquí no tengo frío. Puedes quedártela tú.

No me pongo la manta. Si él allí sabe no tener frío, sin duda yo puedo intentarlo.

-No construirás el templo, ¿Verdad?

-¡El templo está construido! debes estar hablando de sus paredes. -"y de su techo, y de su suelo", pienso, pero callo- Para resolver ese problema es para el que he entrado. ¿Cómo construírlas sin Constructores y Carpinteros y Albañiles? ¿Cómo construírlas sin dinero ni materiales? Me ha costado mucho encontrar la respuesta... pero el templo me ha ayudado.

Espero, escéptico ante el evidente irrealismo del maestro, a que me exponga su idea, pero espero en vano. Cuendo sale al fin, nos habla a todos, a sus gentes, de la belleza del templo de Gong, y de lo afortunado que es de haberlo sabido ver. Habla de sus singulares detalles, como sacados de su imaginación más inmediata pero al mismo tiempo saturados de fascinación y melancolía... los sitúa en el espacio, y nos los hace visibles para que podamos aprenderlos y atesorarlos con su mismo cariño.

Poco tiempo después, como partícipes de una broma común, empezamos a frecuentar el templo por su umbral invisible, llamando la atención de los ciudadanos. Cuando un viandante atraviesa sus paredes figuradas, genera nuestras risas cómplices, especialmente en algún punto concreto como el ano del demonio Rátulo o la falsa puerta de Zedolux -el devoto tramposo- que lleva al cubículo de los invidentes, y el viandante se siente ciego a algo que está justo delante de él, a algo que podría hacerle tan feliz como a nosotros si supiera percibirlo... aunque en ocasiones alguien da con el verdadero umbral de la verdadera puerta, en cuyo caso le invitamos a pasar un tiempo con nosotros. Si se nos llama locos, respondemos con la afirmación del Iluminado "cuando tú controlas tu locura, mejor llámala felicidad".

Un año después, el "Templo fantasma" ya forma parte de la sabiduría popular... pero nuestra historia continúa ese mismo día.

Estoy fascinado por la construcción del templo, pero el Viejo Tío decide no aclararme por esta vez cómo lo ha hecho... tan sólo me dice que yo he de saber encontrar la respuesta por mi mismo. Pienso largo rato sobre ello, pero, aunque intuya la explicación, no consigo condensarla en palabras.

Al cabo de un tiempo vuelvo a preguntarle, pero él, con semblante inexpresivo, señala a otro adepto, de piel negra como el ónice y brazos surcados por cicatrices, con el que ya he hablado en alguna ocasión. Como entre nosotros carecemos de nombres -en respeto a los Nombres Verdaderos, que pertenecen al más-que-hombre- a partir de este momento lo llamaré Saligua, que es el pueblo, por mí desconocido, del que dice venir.

Saligua me venda con un áspero papel estampado, que ha estado llevando de pañuelo, y me aleja del lugar hasta que dejo de oir voz alguna. Nos detenemos, y él habla:

-No volverás hasta encontrar la respuesta, pues el camino es la respuesta.

Al atardecer, el viejo explicará que la materia prima del templo se llama Mei, un nombre que en palabras humanas sólo puede ser descrito como recuerdo, constancia y persistencia; sus manifestaciones activas y pasivas. Explicará esto y mucho más, pero yo no estaré ahí para escucharlo, sino lejos, sentado sobre un bordillo, para comprenderlo.

Ya ha caído el sol cuando me retiro la venda y me doy cuenta de que estoy solo; solo ante una calle maldita por la enfermedad y un pedazo de pergamino que me ha estado impidiendo ver pero que ahora está a punto de abrirme los ojos. En él se hayan dibujados todos los nombres conocidos del más-que-hombre: Tai, Dau, Ku, Gong, Mei, Sihn, Pa. Repaso en mi mente las enseñanzas que he recibido...

Empiezo a andar y, un paso detrás de otro, también a entender. Un paso detrás de otro, ese es el mensaje. Ese es el Mei. Ahora sé cómo se está construyendo el templo, y mi camino, y mi comprensión. Un paso detrás de otro... si nunca me detengo, llegaré.

Cuadernos de Nakko, fragmento del Tai-Mei

martes, 21 de diciembre de 2010

Fabulario interminable, cuento menostrés: divagaciones existenciales



Fabulario interminable, cuento menostrés: divagaciones existenciales

La patita filosófica de Toc Toc se escabulló sutilmente del conjunto cuando Toc Toc creó a La Vaca, y llegó a parar a este preciso instante en este preciso lugar. Lo cierto es que no entendía cómo demonios había llegado tan lejos espacial y temporalmente hablando, y tampoco entendía por qué no podía parar de moverse... pero lo que menos entendía eran las palabras de esos señores tan importantes. Filosofó brevemente sobre la naturaleza incognoscible de la verdad hasta que se dio cuenta de que el problema era que seguía viajando por el tiempo, y hacia atrás.

Cambió el rumbo en la cuarta dimensión, bastante de avergonzado de su incompetencia, y se dispuso a escuchar de nuevo. Aunque la velocidad a la que se movían las divinas bocas que le rodeaban fluctuó, se fue estabilizando poco a poco hasta ser lo suficientemente comprensible. Parecía que las verdades de los dioses no eran tan crípticas, después de todo.

-Disculpen, caballeros -se aclaró la garganta- estimo que el asunto que les convida es de difícil solución, pero esclarecible por la razón rigurosa que es mi ciencia y arte (desde un prisma teórico, claro está, porque es aquel el que entra dentro de mi competencia).

Hizo una pausa, esperando una posible contestación, pero se le olvidó prestar atención al rumbo temporal y la pausa duró para ellos diez veces menos que para él, con lo que, aunque hubieran querido replicar, no habrían podido.

-Según observo, la hipótesis que nos reúne es altamente interesante. Partiendo de la base de que los presentes sean "dioses" -definámoslos a grandes trazos como "entidades cósmicas absolutas de propósito existencialmente trascendente", creados por un ser supremo de nombre "Á", se propone que uno de ellos ha cometido un agravio actuando de forma improcedente.

-Pongamos más atención a aquel ser supremo, y a partir de ahí dirimiremos lo que representa la improcedencia en un caso de semejante índole. Puede inferirse la neutralidad de "Á" en base a su obra, puesto que de él surgieron dioses tanto benignos como malignos, tanto rectos como enloquecidos, tanto emocionales como fríos... y no sólo dioses, sino también ideas, conceptos. Si Á no fuera malo y bueno, y sabio e ignorante... ¿Cómo habría sabido crear un mundo de Bien y Mal, de Sabiduría e Ignorancia? ¿Cómo podrían siquiera imaginarse todos esos conceptos?

-En ese caso también podemos argumentar que Á respeta la esencia de todos sus hijos, por diferentes que resulten, porque él es la suma de todos ellos, e imaginar que esa es la razón de que tengan equivalente poder.

-Aclarado este punto, puedo concluir que aprueba sus actos siempre y cuando sigan su naturaleza, lo que es claramente inevitable, puesto que ninguna fuerza está en conflicto con los dictados primeros de Á (admitida la hipótesis de la supremacía de Á, que formulé como base del razonamiento) para interferir sobre el resultado final, es decir, la actuación supuestamente improcedente.

Otra pausa dramática desperdiciada por su escaso control sobre la variable "tiempo".

-Á podría haber actuado sin molestarse en prever estas circunstancias, pero eso no le exime de la responsabilidad del hecho, dado que, de considerarlo improcedente, su propia ignorancia sería negligente.

-Ergo, no es éste un juicio absoluto, sino parcial. No depende de los múltiples valores de Á, sino de los -necesarios, tal como el panteón ha sido creado- desacuerdos tanto en los objetivos correctos en la actuación como en los modos para alcanzar esos objetivos. Si no podemos asegurar que el Bien sea un valor cósmico universal, creo que lo mismo puede decirse de la educación.

-Los dioses benignos no podrían pretender que sus valores prevalecieran en un juicio legitimado por Á, como no podrían hacer lo propio los malignos: el único juicio que estaría en sus manos estaría legitimado únicamente por ellos. De este modo, concluyo que nada de lo que aquí se juzga trasciende el natural choque entre los intereses de los dioses, que no deja de ser una armonía de la que nuestro hipotético Á disfruta ahora con interesado deleite. ¿Me equivoco acaso?

Una patita más apareció, y se enroscó en él.

.sacoviuqe eT .íS-

Se dio cuenta de su error y, ruborizada, se dirigió a su más que ilustre auditorio, con voz de variable velocidad:

-Se equivoca. -Y, a acto seguido, se la llevó al futuro.

Y es que por cada patita de mente inquisitiva e infinitamente de acuerdo con sigo misma que tiene Toc Toc, hay otra cabezota e infinitamente en desacuerdo con ella.

Lo que ninguna de las patitas imaginaba es que Toc Toc sabía perfectamente lo que estaba pensando, aunque no podría estar seguro de que estuviera pasando realmente, o de cuando pasaría (o pasó)... o de dónde. Lo sabía porque era él quien, en una azarosa página del Fabulario interminable, lo escribía animadamente.

Sentado en un cojín.

Que rima con fin.

Es esa misma mañana cuando una pregunta de la alguacil sobre la intención de Bo al acudir a la ciudad de Maarthan da lugar a su más memorable discurso sobre el cuarto toa: gong.

-Hasta ahora, yo sólo había pasado por pueblos cuyos habitantes se sienten parte de su pequeño todo: las cosas son más fáciles dentro de la tranquila pequeñez de sus limitaciones. Sin embargo, en Maarthan llega a ser difícil sentirse parte de algo porque nunca se podrá entender completamente nada... el contacto con tanta gente acaba por aislar a todos y cada uno de sus individuos entre sí y les hace perder la capacidad para identificarse y para sentirse cómodos con el mundo. Supongo que los caminos del más-que-hombre me han llevado aquí para que dé algo a lo que aferrarse a quien quiera aceptarlo; algo de unidad.

Dicho esto, el viejo se encarama al carromato, en cuyo techo, entre amapolas, se balancea un disco de bronce colgado de una sencilla estructura de bambú. Agarrando un bastón que le tiende uno de sus seguidores, golpea con inusitada destreza el disco, originando un sonido tan penetrante que los pétalos de múltiples amapolas se desprenden. Mientras varios adeptos los recogen para guardarlos en frascos, él explica:

-En realidad, mi bakkai sólo tocó una mínima superficie del disco; si esa mínima superficie hubiera estado separada del resto apenas habría sonado nada... sin embargo, el golpe ha hecho vibrar por igual a todas las partículas como si fueran una sola, y el aire ha vibrado con todas ellas, haciendo que los pétalos más maduros vibren también, y caigan. Yo he de ser el punto en el que el bastón impacta y hacer que la ciudad entera vibre con mi fe...

Tras la exaltación inspiradora que ha alcanzado durante su discurso, el viejo tío extrae un cacho de piedra blanca de un saquito y se abstrae en la tarea de dibujar un largo trazo irregular en el suelo adoquinado.

-¡Aquí está! -exclama finalmente, y suspira ante la visión del contorno de tiza ya acabado- Lo he encontrado. El templo de Gong.

Más adelante nos explicaría que el templo siempre había estado ahí; él sólo lo había sabido ver. Sus muros no estaban hechos, como muchos creíamos, de tiza, sino de algo inmaterial que nadie podría nunca borrar o destruir, un preparado de respeto, devoción y magia. Por sus propias palabras, "los templos no se definen por la dureza o estabilidad de sus muros, sino por lo que habita en su interior".

El templo de Gong tiene, según Bo, dos capas. La capa interior, del contorno hacia dentro, es el mejor lugar del mundo para la reflexión sobre el más-que-hombre. La capa exterior, del contorno hacia fuera -es decir, el resto del mundo-, es donde lo reflexionado se practica.

Cuadernos de Nakko, Tai-Mei

viernes, 17 de diciembre de 2010

La noche se tiñe de humos coloreados de aromas absurdos y empalagosos, y el tiempo parece fluir de otra manera; tan rápido que las experiencias son infinitamente intensas pero tan lento que pronto pasan a ser recuerdos lejanos.

Aunque los más recientes acólitos todavía no lo sepamos, eso significa que ya no estamos en nuestro mundo de origen, sino en aquel en el que el más-que-hombre pulula, inventando a su paso la gran mentira que contiene la verdad mayor.

Esta vez las especias molidas con el opio resultan especialmente excitantes. Los pulmones se abren y agitan como nuevos corazones para una nueva sangre que despierta una nueva vida en todos los presentes. Los aceites se extienden por los cuerpos sin necesitar más que el roce, no necesariamente sexual pero siempre emotivo, de los seguidores reunidos, quienes susurran desde su alma los nombres conocidos de su deidad.

Y todo... todo al son de la flauta de bambú de la que emergen las caladas del Viejo, adaptando su cadencioso baile a la intensidad y tono de la melodía. Hasta que él mismo se la entrega a un adepto cercano, maestro del Ku. Entre lo que puedo distinguir, el viejo exhala una calada en la boca de su acompañante, dando lugar a un extraño beso.

Yo, por mi parte, acabo por entregarme casi temerariamente a aquellos placeres desconocidos... hasta que, de pronto, el humo se detiene en su sitio y cambia de color, y todas las mentes parecen despejarse al instante. El viejo Bo empieza a narrar entonces la primera parte de su historia... aunque de entre todas las veces que la he oído desde entonces, nunca ha coincidido prácticamente en nada.

Más adelante yo no recuerdo nada: a la mañana siguiente se me hablaría de las once fases del Ku, y de que no todos llegaban a la segunda -aquel momento de sobrenatural lucidez- en su primera noche, y nadie nunca -salvo el viejo al velar de nuestros sueños- había pasado de la octava.

Cuadernos de Nakko, Tai-Ku

sábado, 4 de diciembre de 2010

Aquel mismo día en que el Iluminado al que llaman Viejo llega a Maarthan es cuando una alguacil de la ciudad se dirige a él con rostro severo para preguntar quién es el líder.

-Oh, no me arriesgaría yo mismo a darme tal nombre, pero supongo que es a mí a quien busca.

-Incluso ante aquella incómoda situación, la calma del Viejo se refleja en sus hombres, que permanecen cordiales y amables frente a los soldados.

>>Y de verdad que me alegro de tal coincidencia, puesto que quería hablarle de unos traficantes de piedras que tienen su centro de distribución al otro lado de esta calle. La primera vez que pasamos delante de su carreta escondieron lo que hacían, la segunda también... pero al cabo de un tiempo acabaron de despreciar la amenaza de un viejo loco y sus necios seguidores que daban vueltas alrededor de una manzana.

>>Si estás dispuesta a prestar oído, son muchas más cosas de las que me he enterado, pero os agradecería, a usted y a sus subordinados, que tomaran asiento y disfrutaran de nuestra humilde comida. Somos gentes felices por nosotras mismas, pero estimamos toda vuestra disposición por ayudar al bien funcionamiento de esta comunidad.

Dicho esto, y con un gracioso gesto, saca una amapola de no se sabe donde y la prende fuego con palabras apenas pronunciadas, todo para tendérsela a la mujer. Por entonces me parece una insensatez debido a su edad, pero más adelante le he visto llevarse al lecho de paja a mujeres no menos jóvenes y bellas.

La mujer cambia su actitud al instante, como si la extraña compañía se hubiera convertido en algo completamente diferente a lo que era hace un momento. La actividad prosigue: se monta un largo toldo desde el carromato, las tortas vegetales aliñadas con salsa secreta se reparten entre el auditorio y los soldados toman asiento con comodidad creciente, al igual que su líder, quien se sitúa al lado del Viejo. Y él habla de nuevo:

El control no consiste en la dominación de los demás. Quien persigue la ilusión del poder mediante la destrucción del poder ajeno se perderá en su obsesión y olvidará la verdadera intención que había tras ella: acabará sin siquiera controlarse a sí mismo. Pero aquellos que no pierdan de vista que el control no es más que un medio para la libertad sabrán que, tal como el de los muchos nombres enseña, el control consiste en compatibilizar el control ajeno con el propio, convirtiendo a los enemigos en amigos, a los problemas en soluciones, a los obstáculos en vehículos.

Los poderosos no son los agresivos, ni los que ven aplastada su cabeza por una corona, ni los que encadenan a los hombres por capricho, sino los que siguen la senda del Dau.

Su voz se apaga de nuevo, y el jolgorio que resurge hace que todos se aperciban de lo profundo que había sido el silencio durante las palabras del Viejo, que prácticamente ha hablado en susurro y sin embargo, de alguna manera, ha penetrado en las almas de los hombres, tanto si le entendían como si no.

Yo no le entendería al instante, pero más tarde me daría cuenta de lo oportuno que fue su discurso: lo que había hecho con aquella mujer no había sido someterse a ella ni tampoco dominarla: la había ofrecido una forma de evitar el conflicto al mismo tiempo que ambos poderes se reafirmaban el uno sobre el otro.

Cuadernos de Nakko, Tai-Dau

-Fragmento siguiente-




Fabulario interminable, cuento... siguiente: Mucha Gente Malita

Algo nuevo y grande comenzó cuando aquella ambiciosa patita intentó dirigir las palabras hacia donde quiso... algo muy nuevo y muy grande.

Al principio era como una enfermedad concebida por un loco o por la pesadilla de un niño. Se extendía imprevisiblemente y sin orden ni concierto, y sólo la muerte podía detenerla. Los enfermos adoptaban los más extraños comportamientos, como si vivieran en otro mundo completamente distinto al nuestro, y reían, y lloraban, y sentían.

Más tarde no sólo seres racionales sufrieron la enfermedad, sino también plantas o rocas o charcos o cualquier cosa. Una incontenible variedad de síntomas incoherentes se sucedía indefinidamente, o realmente hasta que el enfermo se enfrentaba al pensamiento que lo había originado todo. Entonces era cuando insistía en que se convertiría en un dzubit con un extraño brillo en los ojos. ¿Era de terror? ¿Era de excitación? ¿O era de locura?

Eso nunca quedaba muy claro... lo único evidente era que entonces parecía haber encontrado el sentido de su existencia. Los síntomas desaparecían, pero surgía otro nuevo. Lenta pero implacablemente, el enfermo empezaba a transformarse en un objeto enorme pero indudablemente inútil usado generalmente en pequeñas mesitas para servir esa agua caliente aromatizada llamada té.

Y entonces era cuando entendían que no debían estar precisamente allí, y que les tocaba irse a otro lugar. Levantáronse todos y empezaron su extraña peregrinación improvisada. Unos se iban para un lado, otros para otro... las descomunales jarras de té seguían rutas dispares y cambiantes; como mareas, desandaban sus pasos como si ese fuera su plan desde el principio, daban muchas vueltas en sentidos alternos alrededor de ciudades en todas partes del mundo y, poco a poco, se iban reuniendo en una única fila de útiles de cocina semejantes diseñados con el mismo mal gusto.

En un momento dado de su religiosa procesión, tuvieron que entrar (con la intención de darse la vuelta inmediatamente diciendo "Sarasarapon" e inclinándose devotamente sobre un imaginario pastel de fresas) en la guarida de unos ladronzuelos que casualmente eran coleccionistas de jarras de artesanía gigante, y vieron como las riquezas más inesperadas se les venían encima. De una en una, las fueron capturando a todas, que parecían no aprender de sus predecesoras. Sin duda su travesía había terminado ahí. El caso es que uno de los proyectos de dzubit encontró un cojín sorpresa de los de Toc Toc, y vio que dentro tenía un libro amarillento en el que habían escritos que sólo a un loco podrían habérsele ocurrido.

Leyendo y leyendo llegó a un cuento en el que aparecían palabras nuevas constantemente, retrocedían momentáneamente, se paraban durante unos instantes... no es que se estuvieran escribiendo; hasta las nuevas palabras estaban recubiertas de polvo y eran muy, muy vieja. El jarrón lector descubrió entonces que la historia que leía era la suya propia, y escribió algo en el relato todavía inconcluso.

blablablaestoiescriviendocacapedopispolla

Además de que el texto había sido escrito aplicando mal las cursivas, y de que la ortografía usada era claramente deficiente, el mensaje dejaba mucho que desear. Pero bueno...

tu te callas

...Su bordería enfatizaba todo lo anteriormente comentado; no estamos hablando de una persona muy creíble que digamos, y ustedes no deberían hacerla ni caso...

llo escribo mas rapido que es lo que importa y a demas te voy a tachar entero llaberas. que tu eres el que nos a capturado i no esos ladrones askerosos que no esistian asta que los pusiste ai

...Evidentemente, eso...

con lo que tardas en ecribir los ... esos llo ya e escrito 5 frases. pretendes ganarme a mi? si te voi a tachar entero llaberas

...Pero...


yentonces ganamos los guenos y nos conbertimos en dzubits todos y quedamos tal ke asi:

Nadie nunca debió haber puesto la creación de una raza en manos de una jarra subnormal y analfabeta con un pincel y cinco segundos.

ytumas

Fabulario interminable, cuento chunguientaycuatro: Ideas e ideas, y una patita que se sale del guión.

La vida de una idea es algo difícil de predecir. En muchos casos muere trágicamente por descartamiento automático, sin que su contenedor se arrepienta en absoluto. En algunos es tan innegablemente genial que se contagia con la comunicación e infecta el mundo entero. O a veces, rechazada por su dueño pero lo suficientemente evolucionada para cuidar de sí misma, se aferra a, por ejemplo, un melocotón crédulo, esperando pacientemente a que alguien se la coma y, consiguientemente, descubra que el mundo está regido por un grupo concreto de gnomos del pan jugadores de dumu, que no tienen ni idea de que en lugar de habas azules se están apostando el destino del cosmos. Por ejemplo.

Su nacimiento es espontáneo, pero tienen que darse ciertas circunstancias que sirvan como catalizador. El abuelo del ejemplo anterior fue una inconfesable obsesión con los gnomos de las cosas comestibles, su compañero de juegos un súbito interés por las fuerzas cósmicas ocultas, su primer profe la intuición de que jugar al dumu es algo importante, su...

-Espeeeera... ¿Me estás diciendo que soy padre? -Interrumpe una patita de la segunda fila llamada Luck, que es la única que sigue despierta. Bueno, y Sid, pero él nunca habla. La patita científica suspira, deseando acabar ya su exposición.

Bueno, incubas las ideas por ti mismo, crece dentro de ti y todo eso... más bien eres mamá... Pero no quiero más interrupciones, que Toc Toc me está utilizando como narrador de un cuento y ahora mismo estamos rompiendo la atmósfera.

-No me puedo creer que sea madre. ¡Si soy muy masculino! Por cierto, ¿en serio que eres narrador?

Sí; ¿No ves que tú necesitas guiones para hablar y yo no? ¡Shhhh! a eso no contestes, que no se debe contestar. Es una pregunta retórica. Todos los narradores lo sabemos.

Hay varias clases de ideas, según sus estrategias de supervivencia. Hay ideas en las que se confía, ideas con las que se fantasea e ideas que se utilizan.

Toc Toc, a decir verdad, es de las segundas: un mero divertimento que cuaja en las mentes no por su verosimilitud o utilidad sino por resultar extraordinariamente entretenido.

De este modo, siendo Á, los dioses y la creación en general incapaces de quitárselo de la cabeza, Toc Toc ha logrado la más inaudita inmortalidad del panteón. Se pasea por las tierras fascinado por todo lo que no puede comprender, y es una relación correspondida...

-Tengo una idea -Dice Luck- si Toc Toc te ha dado el poder de narrar, puedes hacer... -Shhhhh- ...puedes hacer lo que tú quieras... -Blablablá, no te escucho, cállate, cállate...- ...lo que tu quieras con el cuento, ¿No? -...Cállate... espera, ¿Cómo?

-Pero si quieres que me calle... -no, no, ahora no, tranquilo- Vale, pues... ¿Puedes hacer lo que quieras con el cuento, o no? -Luck se cae por un pozo... vale, parece que sí- glublushhh... ¡No hacía falta demostrarlo de esa manera!... bueno, continúo. Tal vez sea por casualidad, pero todos los cuentos escritos por Toc Toc van y suceden de verdad, ya sea en el pasado o en el futuro o cuando sea.

Aligera, venga...

-Ya voy, ya voy. Lo que quiero decir es que tienes el poder de un dios en tu pezuña -Luck sale del pozo- ¿Ves? Sabía que te gustaría -Pero se calla de una vez, hasta que yo lo diga. Que ya casi no me queda cuento, leñe, y tengo mucho que hacer.

En fin, como iba diciendo, Toc Toc iba rodando por ahí cuando se dio cuenta de lo poco que se interesaba por sus pobres patitas, a las que ponía a hacer todo el trabajo mientras él salía a pasear. Y claro, eso había que arreglarlo.

La idea que tuvo entonces Toc Toc no pertenece exactamente a ninguno de los tipos anteriormente nombrados. No era ni útil, ni creíble, ni divertida. Era una idea que, de poder hacerlo, cualquiera descartaría. Y, sin embargo, una idea tan fascinante...

El proceso mental fue más o menos el siguiente: "me gusta bailar entre manzanas resecas", "¡ay que ver!", "la felicidad es un conejo llamado "P" que no para de dar vueltas sobre sí mismo", "Las enfermedades son propensas a contagiarse", "las ideas son enfermedades". Aquella idea no encajaba. Era totalmente diferente a las demás, porque tenía algo de inquietante que el dios no comprendía.

-¿Qué estas haciendo? -pregunta atemorizada Sid; otra patita con posiblidades de perder el habla "inexplicablemente". Pero no sé qué contestar. ¿Qué demonios estoy haciendo?

No lo sé. Una cosa ha llevado a la otra... no he podido...

-¡Pues arréglalo! -Sid es muy temperamental...- Eso es mentira. Apenas me conoces. Lo que pasa es que estoy nervioso. ¡Arréglalo!

¡No sé cómo! ¿Alguna sugerencia? Porque yo también estoy asustado. Y en serio que Sid es muy temperamental, aunque se lo niegue a sí mismo.

-¡Ni siquiera me llamo Sid!

Cunde un silencio incómodo.

-No tenías por qué escribir eso. Lo único que has hecho ha sido que la situación sea todavía más incómoda.

Cunde otro silencio incómodo.

-Supongo que no hay nada que hacer, entonces. Sigue narrando la historia, porque retrasándola no vamos a conseguir nada.

Volvamos entonces a Toc Toc. El pobre tiene una idea en la cabeza, y no se la puede quitar de encima. Podría hacer mucho daño con ella...

Cierra fuertemente los ojos, se tapa las orejotas, contiene la respiración, se encoge las alas, se aplasta las patitas...

-¡Ay!

...pero no consigue dejar de pensar. ¡Es su naturaleza!

Se le ocurre que, aunque esté así mucho tiempo, no puede evitar que otros tengan esa idea por sí mismos. Se le ocurre que, tal vez, muy lejos de ahí...

El primer síntoma detectable es que se les ocurre algo que, de pensar mucho en ello, les resultaría inquietante. Luego vienen las fiebres de fuego rosa, luego los trastornos cromáticos compulsivos, luego los vómitos de hilos de lana... y los que están malitos se quedan en sus camas o sucedáneos. Hay enfermos de todas las razas, y es imposible prevenir la propagación de la enfermedad, aunque normalmente es gente imaginativa y con tiempo libre quien acaba sufriéndola.

Bueno, eso, tenía que hablar de la enfermedad. Se suceden algunos otros síntomas absurdos, como una extremidad trasera masoquista o granos inflados del mejor vino de Albur, hasta que el sujeto acaba dando vueltas a la idea que lo originó todo y llegando a la conclusión inevitable, tras una serie de razonamientos: "voy a convertirme en un dzubit".

-¿Qué es un dzubit?

Si se lo preguntaras a Toc Toc, te diría que no está muy seguro todavía, y poco más podrían decirte los enfermos. Ni siquiera la patita científica tiene mucha idea, pero sabe... sabe que no puede ser nada bueno.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Estoy jugando ahora mismo una partida de Reign dirigida por Light Artisan, y de nuevo he encontrado un estilo que convierte mis posts en algo parecido a relatos... ya estoy considerando recopilarlos más adelante en un libro.

Reign es un juegazo indie que permite dirigir compañías en una original ambientación de fantasía medieval. Una compañía puede ser un feudo, una tripulación pirata, un gremio... en fin, cualquier cosa. En mi caso, una religión oriental bastante atractiva. Aquí pongo la historia del personaje y el primer post:

Del pasado del viejo ni él mismo recuerda demasiado. Está todo bañado en nubes de opio, interpretaciones místicas y traumas semiolvidados que debieron haber marcado su vida para siempre.

Recuerda, eso sí, imágenes fugaces reinventadas por sus sueños. En la primera, nace. Es verde, y sus incipientes arrugas asquean y fascinan a quienes le contemplan. Cree recordar que antes todo había sido diferente en sus recuerdos, y no sabe si conservará todavía algo de los originales, reemplazados por las revelaciones del más-que-hombre.

En la siguiente imagen es el protegido de alguien, un monje-guerrero, que cree en él. Nunca recordará su nombre, aunque muchas veces lo ha intentado. El más-que-hombre así lo desea; sin duda hay muchas cosas más importantes que desea introducir en sus recuerdos. Ve al monje vivo, y luego al monje muerto, y siente que eso, aunque ya lo halla olvidado todo con respecto a aquel hombre, debió haber tenido alguna clase de significado.

Después viene otra visión. En ella se presenta diciendo que es dindavaran, y que es el hollar los caminos siguiendo sus sueños lo que le ha llevado al Imperio. Hace poco que ha descubierto una gran verdad. Ya sabe por qué olvida todos los nombres, salvo el suyo propio: el más-que-hombre quiere que sean sus nombres sagrados los únicos que recuerde. Quiere seguir aprendiendo...

En la siguiente imagen, de alguna manera se las ha apañado para conseguir una caravana sobre la cual planta amapolas. Ya ha recibido la última lección; el último nombre secreto, y con ello ha olvidado el suyo, que ha desaparecido de todos sus recuerdos.

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La caravana describe impredecibles vueltas por la caótica ciudad, casi como si tratara de perderse en la maraña de calles que incidentalmente y sin planificación alguna han ido a repartirse aquella geografía urbana. Algunos de sus integrantes más recientes se preguntan si no será ineficaz pasar dos veces por el mismo lugar, pero eso es porque no han pasado el suficiente tiempo en contacto con el Iluminado.

Y es que aquel que llaman Viejo sabe mejor que nadie que los caminos que llevan a un destino concreto no son caminos de verdad, y los caminantes que los siguen no son caminantes de espíritu: el peregrino no se detiene nunca hasta que el de los muchos nombres se lo ordena con la muerte porque comprende que el camino es el destino en sí mismo.

El Viejo es el mejor escogiendo los caminos y la forma de caminarlos. Él nunca va a lomos de un mulo, o en una carreta, y en consecuencia nadie lo hace si no está enfermo. Él sufre más que nadie cada paso, y por eso todos quienes le siguen pueden confiar en que ningún paso será vano.

Por eso es que nadie le cuestiona cuando la caravana empieza a dar vueltas en torno a una manzana, una y otra vez. El sol asciende hasta su trono estelar, empieza a descender... y ellos siguen dando vueltas. El sol empieza a ponerse... y ellos siguen dando vueltas.

Y, al fin, se detienen.

-Ya hemos llegado -anuncia.

Entonces es cuando me acerco, envalentonado por la multitud divertida que se ha formado ante su incomprensible espectáculo.

-¡¿Cómo que ya habéis llegado?! ¡Pero si llegasteis esta mañana!

La gente ríe. De algún modo, los recién llegados ya han empezado a influir en su estado de ánimo.

-Esta mañana -repone calmadamente el Viejo- llegamos a una plaza llena de gente moviéndose, pero de gente que no estaba en la plaza sino que estaba hacia muchos otros sitios. Y, definitivamente, esa no era la plaza que buscaba. Sin embargo ahora veo muchas caras atentas que viven el momento; caras que han sabido mirar a su alrededor y percibir lo que ocurría, percibirnos a nosotros, aunque no estuvieran preparadas para entendernos. Esas caras pertenecen a personas que no están en la plaza para llegar a otro lado, sino que están en la plaza para estar en la plaza. Así es la plaza que yo buscaba.

Su voz no es musical ni armoniosa, y ningún canon la reconocería como ideal... pero posee una intensidad extraña, como la de un poseído, y al mismo tiempo una personalidad poderosa y fascinante, como la de un... no: como la de nada que aquellas gentes hayan visto nunca.

-Y tengo la esperanza de encontrar en ella gente con el corazón suficiente para buscar su propio camino como nosotros hacemos siempre. Pero los pasos no son el único medio para recorrer un camino; a veces los caminos se caminan desde dentro. Si camináis conmigo caminaréis hacia vosotros, y yo os enseñaré a descubrir vuestro poder. La magia más sagrada os abrirá su corazón, y seréis dignos de hacerla el amor entre el humo del opio y el polvo del camino. Yo puedo enseñaros a dar el paso, y si vosotros creéis en él podréis repetirlo, y repetirlo, y repetirlo, hasta que os lleve a vuestro lugar en el mundo.

>-¿Y cuál se supone que es ese paso? -pregunto sin ocultar ya mi interés, que con el tiempo se convertirá en algo más.

-Tai

Cuadernos de Nakko, Tai-Tai.

-Fragmento siguiente-